Problema M-C

EL PROBLEMA MENTE-CUERPO


Las relaciones entre la mente y el cuerpo ocupan un lugar central en el pensamiento humano. La filosofía de la mente y el cuerpo se han convertido en tema de reflexión principal de los pensadores en nuestros días. Muchos problemas importante y preocupaciones se dan cita en este tópico.

Cuando formulamos teorías acerca de las propiedades mentales, un punto fundamental consiste en determinar si esas propiedades mentales son cognitivas, es decir, si hablan o son acerca de cosas del mundo o las personas, cosas que podemos conocer; o si por el contrario, no versan acerca de algo, no conocemos nada a través de ellas ni en ellas mismas. Cuando el científico congnitivista formula sus modelos explicativos de las propiedades mentales, tenemos que decidir di estos modelos nos dan conocimiento de alguna realidad y cuál está. 




La teoría de las relaciones Mente-Cuerpo incluye básicamente tres temas enigmáticos relacionados entre sí:

1. La naturaleza de los fenómenos mentales, la naturaleza de los fenómenos físicos: ¿Qué es lo que caracteriza de manera esencial los fenómenos mentales?

2. El estatus ontológico de los fenómenos mentales: ¿Constituye lo mentalun ámbito propio de la realidad, distinto del ámbito físico?

3.La indole de la eventual relación de los fenómenos mentales con los fenómenos físicos: ¿Es una relación de tipo causal?

No es causal que en la Filosofía de la mente se hay producido alguno de los mas importantes desarrollos filosóficos del siglo. Las diversas formas de funcionalismo son la principal innovación metafísica desde las polémicas del siglo XVIII y XIX, más allá de la encrucijada entre el materialismo y el idealismo.




El problema Mente-Cuerpo ha inquietado a los filósofos durante muchos siglos. La ciencia moderna ha adoptado una posición Monista, es decir, la creencia de que el mundo consiste en materia y energía, y que las entidades no materiales compo el alma no son parte del universo. El estudio de las funciones del sistema nervioso humano tiende a apoyar esta postura.

Muchas teorías y problemas discutidos pareceran lejanos a la intuición común, ya que son taorías que exigen conceptos nuevos y técnicos, pero, sobre todo, por que modifican profundamente la intuición común que tenemos acerca de nuestra propia mente.

A continuación se resaltan las teorías en cuanto al significado el problema Mente-Cuerpo en secuencia cronológica desde épocas Presocráticas hasta nuestros días.


I. PLANTEAMIENTO ANTIGUO: ALMA Y CUERPO

La noción de alma aparece ya en estadios muy antiguos del pensamiento humano y puede encontrarse de un modo u otro en todas las culturas. El enterramiento del cadáver acompañado de alguno de sus objetos y los ritos funerarios, que aparece ya en el Hombre de Neandertal muestran los primeros signos de algún tipo de creencias relacionadas con la muerte y algún tipo de inmortalidad.

En términos muy generales el alma o espíritu es considerada como un principio de vida interno que reside en todos los organismos vivos y que posibilita y regula tanto sus funciones fisiológicas como mentales. 







I.I. Pueblos primitivos:

La concepción que tienen del alma los pueblos primitivos y que podemos encontrar todavía en algunas sociedades primitivas contemporáneas como los aborígenes de Australia, las tribus del Amazonas o los esquimales, forma parte de su noción precientífica del universo, según la cual todos los fenómenos naturales (el curso del día y de las estaciones, las tormentas, los terremotos, etc.) están producidos también por la acción de espíritus. Se conoce con el nombre de animismo a aquellas creencias religiosas que consideran a todos los fenómenos de la naturaleza como dotados de un alma y, por tanto, con un comportamiento semejante al humano, es decir, dotados de vida, sentimiento y voluntad propias.


I.II. Pensamiento griego:

Podemos encontrar en las obras de Homero y Hesíodo las más antiguas creencias de los griegos sobre el alma humana. El alma (psique) aparece como un aliento que mantiene la vida del cuerpo inanimado (soma) y que le abandona cuando el ser humano muere o está moribundo o desmayado. Pero aparte de esta función puramente vital no parece tener ninguna otra. También en los sueños se desprende temporalmente del cuerpo y realiza efectivamente las acciones que en él aparecen, puesto que para los griegos el contenido de los sueños se corresponde a algo real y no imaginario.

Cuando sucede la muerte del ser humano, el alma escapa por la boca o las heridas y va al Hades como una sombra o imagen reconocible, ya que mantiene las características físicas y morales que se construyen durante la vida. Sin embargo no alcanza propiamente una vida inmortal porque separada del cuerpo carece del vigor necesario y lleva una existencia lánguida y tenue. Por su falta de corporeidad tampoco puede actuar sobre el mundo físico. La verdadera vida solo es posible cuando alma y cuerpo están unidos y el alma en el Hades es algo así como el recuerdo inmaterial del individuo que existió. 





En el siglo VI A.C. aparecen los primeros planteamientos filosóficos sobre el alma, que son más bien una racionalización de las ideas religiosas y mitológicas que hemos descrito. Los primeros filósofos griegos concebían que todo aquello que está dotado de vida está regido por un alma en la que reside el principio que las lleva a nacer, desarrollarse y morir. Este alma es concebida como de naturaleza material, si bien de una materia distinta y más sutil que la que constituye los cuerpos. El planteamiento de estos primeros filósofos es monista: alma y cuerpo no son de naturaleza radicalmente diferente sino manifestaciones distintas de la sustancia única que constituye la totalidad de las cosas (arqué). El alma sigue siendo principio vital pero también la causa de todos los movimientos y cambios que se producen en el ser vivo (nacimiento, crecimiento, etc.).

Sin embargo, al mismo tiempo se introducen en Grecia las ideas religiosas del orfismo, que plantean una concepción dualista del ser humano: el alma que anima el cuerpo es de origen divino y eterna: preexiste al cuerpo, entra dentro de él y lo vivifica y sigue existiendo después de la muerte y la corrupción del cuerpo. El cuerpo es concebido, así, como una suerte de cárcel del alma, y es tarea del ser humano liberar su alma por medio de ritos de purificación. Mientras no alcanza esta purificación, el alma se ve obligada a transmigrar de unos cuerpos a otros


I.III. Pensamiento medieval:

Los planteamientos platónicos y aristotélicos llegaron hasta la filosofía medieval cuyos autores trataron de hacerlos compatibles con los dogmas de la religión cristiana y, fundamentalmente, con el dogma de la creación.

Frente a la idea griega de la eternidad del Cosmos, el cristianismo afirma la existencia de un Dios creador de todas las cosas. El alma humana ha sido creada de la nada por Dios y constituye un puente de unión entre lo material y lo divino. En algún momento entre la fecundación y el nacimiento crea Dios el alma individual de cada ser humano. La unión entre el alma y el cuerpo no es así accidental como en Platón sino que adquiere un carácter personal: cada ser humano posee su propia alma que es puramente espiritual, sin nada de materia, y constituye la intimidad misma de la persona.


II. PLANTEAMIENTO MODERNO: MENTE Y CUERPO

II.I. El dualismo sustancial de Descartes

A comienzos del siglo XVII, la obra de Galileo y Descartes ponen los cimientos de la ciencia y la filosofía modernas. Por un lado, la nueva ciencia de Galileo exigía la utilización de un método de investigación experimental para la explicación de los fenómenos físicos; por otro, la nueva filosofía de Descartes quiere sentar las bases de un pensamiento racional autónomo de las ideas religiosas, capaz por sí solo de descubrir certezas. Se produce a partir de entonces en todas las esferas del conocimiento un cambio radical de perspectiva respecto a las cuestiones que se habían planteado desde Platón y Aristóteles. En lo que respecta al problema que estamos examinando, la filosofía de Descartes supone la disolución del planteamiento antiguo del problema como problema de la relación entre el alma y el cuerpo en un Cosmos teleológico, y la emergencia de un nuevo planteamiento del problema como problema de la relación entre la mente y el cuerpo en un Cosmos mecanicista.



La nueva ciencia de Galileo tiene como consecuencia una nueva concepción de la Naturaleza que desplaza la antigua concepción teleológica del Cosmos, sustituyéndola por una concepción mecanicista, en la que la cuestión de los fines queda totalmente relegada. El Cosmos es concebido como un mecanismo de fuerzas en el que los cuerpos se influyen recíprocamente según leyes puramente mecánicas. Es posible conocer matemáticamente las leyes que producen los fenómenos naturales, sin necesidad de plantearse la cuestión de la finalidad última de tales fenómenos. La concepción teleológica exigía elaborar teorías generales que explicaran la totalidad del universo. La concepción mecanicista se limita a elaborar teorías particulares de un conjunto limitado de fenómenos.


II.II. Intentos de solución al problema de la relación mente-cuerpo

El problema de las relación entre la mente y el cuerpo que surge del planteamiento cartesiano fue objeto de discusión durante los siglos siguientes y dista aún hoy de estar resuelto. Para resolver este problema, Descartes propuso la existencia de un punto en el cerebro humano (la glándula pineal, que Descartes consideraba erróneamente que sólo se encontraba en los seres humanos) donde se establecería esta comunicación. Pero esta solución era totalmente inaceptable ya que suponía la afirmación de una sustancia que sería pensante y extensa a la vez lo que era contradictorio con la propia definición cartesiana de la sustancia.






Los filósofos racionalistas trataron de resolver el problema que presentaba el dualismo mente-cuerpo, manteniendo la noción de sustancia de Descartes: los fenómenos físicos y los fenómenos mentales son totalmente diferentes, pero ni los procesos psíquicos causan los físicos ni viceversa, aunque hay una correspondencia estricta entre unos y otros. Los principales intentos de solución a este problema fueron los siguientes:

II.II.I. El ocasionalismo de Malebranche: Cada vez que se produce un movimiento en el alma, Dios interviene para producir el correspondiente movimiento en el cuerpo, y viceversa.

II.II.II. El monismo de Spinoza: Extensión y pensamiento no son propiamente sustancias sino dos de los atributos de una única sustancia infinita: Dios o Naturaleza. Las ideas y las cosas serían modos de esa sustancia y se corresponderían estrictamente como las dos caras de una misma realidad.

II.II.III. La armonía preestablecida de Leibniz: En el momento de la creación, Dios ha establecido una perfecta armonía entre las dos sustancias, como si se tratara de dos relojes perfectamente sincronizados que dan la misma hora. 

II.II.IV. La disolución del sujeto cartesiano: El dualismo sustancial de Descartes fue puesto en cuestión por una serie de desarrollos filosóficos y científicos posteriores:

  • El empirismo y el positivismo eliminaron el problema de la relación entre la mente y el cuerpo del único modo que era posible: eliminando la noción cartesiana de sustancia. Abrieron con ello el camino al estudio de los fenómenos mentales utilizando la metodología aplicada a los fenómenos físicos.
  • El evolucionismo de Darwin puso en cuestión la radical separación entre el hombre y el animal y abrió la posibilidad de que no solo los seres humanos sino también los animales tuvieran mente.
  • El psicoanálisis de Freud puso en cuestión la identidad de la mente con la conciencia al afirmar la existencia de pensamientos y sentimientos inconscientes que actúan sobre la conducta.
II.II.V. El empirismo y el positivismo: constitución de la Psicología como ciencia: Los filósofos empiristas ingleses de los siglos XVII y XVIII rechazaron la afirmación cartesiana de que las leyes lógicas del pensamiento están ya impresas en la mente en el momento del nacimiento, retomando la noción aristotélica de que la mente no tiene ningún contenido en el momento del nacimiento y que todas las ideas, incluso las leyes lógicas del pensar, se adquieren a través de la experiencia. Por consiguiente, todas las ideas de la mente tienen su origen en la experiencia sea esta experiencia del mundo exterior o experiencia de los propios estados internos. Pero no podemos tener experiencia de sustancia alguna:

  • Lo que nos ofrece la experiencia externa son las cualidades de las cosas (olores, colores, sabores, figuras, magnitudes, etc.) pero no de la pretendida sustancia a la que están adheridas tales cualidades.
  • Lo que nos ofrece la experiencia interna es tan solo un flujo permanente de estados mentales, pero no es posible percibir ningún yo sustancial.
Las ideas simples (un determinado matiz de un color, de un olor, etc.) son combinadas por la mente para formar ideas complejas (las ideas de las cosas) por medio de determinadas leyes de asociación (por semejanza, por contigüidad en el espacio y el tiempo y por relación de causa-efecto ), que pueden descubrirse mediante la observación y la experimentación como las leyes físicas. De este modo, frente a la introspección, proponen el asociacionismo, como método psicológico y abren el camino a una investigación de los fenómenos mentales semejante al estudio científico de los fenómenos físicos.


III. PLANTEAMIENTO ACTUAL: MENTE Y CEREBRO

Los avances científicos que se han producido durante los últimos ciento cincuenta años sobre la estructura y el funcionamiento del sistema nervioso han puesto de manifiesto el papel rector que el cerebro ejerce respecto del resto del organismo. Todas las funciones orgánicas están reguladas por el cerebro y hay un permanente flujo de información entre los órganos y el cerebro.




En los últimos años se han desarrollado una serie de técnicas que han permitido un avance espectacular del estudio del cerebro:

  • Se han delimitado distintas áreas de la corteza cerebral especializadas en recibir y procesar las informaciones sensoriales y controlar las reacciones musculares: áreas auditivas, visuales, motoras, etc.
  • Sin embargo, estas áreas especializadas no representan apenas una cuarta parte de la corteza cerebral; el resto, las denominadas áreas de asociación, no cumplen ninguna función específica y parecen estar encargadas de interpretar, integrar y coordinar las informaciones procesadas por las áreas sensoriales y motoras. Las áreas de asociación serían responsables así de nuestras funciones mentales superiores: lenguaje, pensamiento, razonamiento, memoria, planificación de la acción, creatividad, etc.
  • Cada uno de los hemisferios controla y ejecuta funciones diferentes o aspectos diferentes de una misma función. En términos generales, parece que en la mayor parte de las personas el hemisferio izquierdo controla la habilidad lingüística, numérica y de pensamiento analítico, mientras que el hemisferio derecho controla las habilidades espaciales complejas, como la percepción de patrones y aspectos de ejecución artística y musical.
  • Sin embargo, las actividades complejas requieren de la interrelación de los dos hemisferios. Así, por ejemplo, cuando leemos un relato, el hemisferio izquierdo entiende el significado de las palabras, pero es el hemisferio derecho el que capta el contenido emotivo y las imágenes utilizadas.
  • Por otra parte, hay muchas funciones, principalmente de las áreas primarias sensoriales y motoras que parecen idénticas en ambos hemisferios. En definitiva, hay una especialización funcional pero la actividad conjunta de ambos hemisferios es necesaria para el funcionamiento integral del cerebro. La participación de los dos hemisferios en las actividades psicoorgánicas es variable según los individuos: las reglas a que esto obedece y las razones que la determinan (genéticas, sociales) son todavía poco conocidas.
  • Por consiguiente, aunque ciertas funciones de la mente están localizadas en determinadas regiones cerebrales, el cerebro se comporta como un todo unificado.
Estos descubrimientos ponen de manifiesto ante todo lo mucho que queda por conocer en torno al cerebro humano, pero han sido suficientes para replantear el problema clásico de la relación entre el cuerpo y la mente o alma en términos de la relación entre el cerebro, en cuanto centro que recibe los estímulos del medio, los integra con la experiencia acumulada y diversas estructuras, produciendo las respuestas correspondientes, y la mente, como conjunto de los procesos de recepción y procesamiento de información y de la ejecución o inhibición de las respuestas.




III.I. El reduccionismo monista

Los partidarios de un planteamiento monista de la cuestión niegan la existencia de la mente como una realidad distinta del cerebro y adoptan alguna forma de reduccionismo, tratando de explicar los fenómenos mentales en términos físicos o biológicos. Las posturas reduccionistas consideran, en general, que la distinción entre la mente y el cerebro es debida a la insuficiencia actual de nuestros conocimientos acerca de los procesos cerebrales, pero que el desarrollo científico futuro permitirá reducir los fenómenos mentales a fenómenos puramente físicos o biológicos que tienen lugar en el cerebro.

III.I.I. Conductismo: no existen los estados mentales: Desde sus inicios a fines del siglo XIX, con la obra de Wilhem Wundt, la psicología tenía como objeto la mente y sus contenidos (sensaciones, sentimientos e imágenes). Pero, a comienzos del siglo XX, John B. Watson (1878-1958) fundó una nueva escuela que consideraba la conducta como el tema de estudio de la psicología. En los años 50, Skinner continuó y amplió el conductismo de Watson, radicalizando sus presupuestos. Difería de Watson en que los fenómenos internos, como las emociones o los sentimientos, debían ser totalmente excluidos. La psicología debía quedar restringida al estudio de la conducta observable, quedando excluida la mente, que en modo alguno se puede observar o medir.




Los conductistas entendían la conducta como el conjunto de respuestas dadas por un organismo frente a determinados estímulos del medio. La psicología debía ser una ciencia natural que tuviera por objeto describir, predecir y controlar la conducta, no teniendo en cuenta los estados mentales ni siquiera como causa de la conciencia.

III.I.II. Teoría de la identidad mente-cerebro: El conductismo llevaba a un callejón sin salida ya que era imposible no diferenciar los estados mentales de sus manifestaciones conductuales; por ejemplo, entre el estado subjetivo de dolor y la conducta asociada a ese dolor. Además, hay procesos mentales a los que no acompaña conducta alguna y estados mentales que parecen implicar otros estados mentales: si cojo el paraguas es no sólo por mi creencia en que va a llover sino también por mi deseo de no mojarme, lo cual supone a su vez la creencia de que el paraguas me mantendrá seco. Los estados mentales parecen resistirse a ser pura y simplemente eliminados.

Para resolver estas dificultades J.J.C. Smart y David Armstrong propusieron la teoría de que los procesos mentales son idénticos a los procesos cerebrales. Admiten la existencia de los procesos mentales como causa interna de la conducta. Ahora bien, la única explicación de la conducta humana y animal que es posible establecer en términos científicos es la que se realiza en términos del funcionamiento físico-químico del sistema nervioso central. Por consiguiente, los estados mentales son idénticos a los estados puramente físicos del sistema nervioso central y la psicología debe reducirse a la neurofisiología.

III.I.III. Materialismo eliminativo: Paul Churchland vuelve a eliminar los estados mentales. Considera que la creencia popular en la existencia de la mente es una teoría primitiva precientífica y que los estados mentales de los que hablamos en el lenguaje ordinario (creencias, deseos, sentimientos, intenciones) no existen realmente. Tal psicología del sentido común o "psicología popular" debe ser sustituida por una neurociencia estricta, que parta de la idea de que las actividades cognitivas son en última instancia actividades del sistema nervioso.

Propone una inversión del procedimiento habitual de la investigación de los procesos cognitivos (aproximación de arriba abajo) que parte de las actividades cognitivas de los seres humanos (pensar, hablar, recordar, aprender, etc.) y luego indagan las operaciones cerebrales que pueden producirlas, por una aproximación de abajo arriba: empezar por comprender el comportamiento físico, químico, eléctrico y de desarrollo de las neuronas y sólo después tratar de comprender lo que sabemos intuitivamente sobre nuestras actividades cognitivas.







III.II. Dualismo neurofisiológico

Pese a que el monismo materialista es la corriente predominante entre los científicos que estudian el cerebro humano, hay también posturas dualistas como la que mantiene el neurólogo John Eccles.

Según Eccles, el cerebro no es una estructura lo suficientemente compleja para dar cuenta de los fenómenos relacionados con la conciencia, por lo que hay que admitir la existencia autónoma de una mente autoconsciente distinta del cerebro, como una realidad no material ni orgánica que ejerce una función superior de interpretación y control de los procesos neuronales. 


III.III. Funcionalismo

Para tratar de superar las dificultades del monismo, Hillary Putnam y Jerry Fodor propusieron el funcionalismo según el cual los procesos mentales internos son estados funcionales del organismo cuyo órgano no es necesariamente el cerebro. Así, por ejemplo, el dolor no es un estado físico-químico del cerebro o del sistema nervioso, sino un estado funcional del organismo tomado en su totalidad. De este modo, los fenómenos mentales son estados funcionales del organismo y no es posible conocerlos estudiando procesos parciales en los que están implicados, como los procesos cerebrales.

El funcionalismo presupone que una misma función puede ser desempeñada por sistemas muy distintos, ya que la naturaleza de sus componentes no es esencial para el correcto desempeño de su función. Una cosa es un reloj o un termostato por la función que realiza (dar la hora, desconectar la corriente cuando se alcanza una determinada temperatura) y tanto da el material del que está hecho. Del mismo modo, las creencias y deseos son estados físicos de sistemas físicos que pueden estar hechos de diferentes tipos de materiales. Algo es una creencia o un deseo en virtud de lo que hace y no en virtud de los materiales de los que su sistema está compuesto. No es analizando el sistema sino su función como comprenderemos el proceso.


III.IV. Emergentismo

Cómo solución a las dificultades tanto del monismo como del dualismo, algunos autores han propuesto algún tipo de teoría emergentista, según la cual los estados mentales no son idénticos a estados físicos del cerebro ni pueden reducirse a ellos, pero no son tampoco independientes de los mismos.

La más importante de estas teorías es el naturalismo biológico de John Searle. Los procesos mentales, ya sean conscientes o inconscientes, están causados por procesos cerebrales, pero no se reducen a estos sino que son fenómenos o propiedades autónomos que emergen de los sistemas neurofisiológicos en el curso del largo proceso evolutivo de la especie.




Los procesos mentales de percibir, sentir, recordar, imaginar, desear, pensar, etc. son propiedades emergentes de sistemas neurológicos pero no pueden explicarse simplemente analizando los componentes de estos sistemas porque son distintos a ellos, como la digestión es algo distinto al sistema digestivo o la liquidez es algo distinto de la estructura de las moléculas.

Hay, pues, dos niveles de descripción del cerebro que no deben ser confundidos:

  • Las micropropiedades: estructura y funcionamiento de las neuronas;
  • Las macropropiedades: estructura y funcionamiento de los procesos mentales.

Bibliografía:

Problema Mente - cuerpo: platea.pntic.mec.es/~macruz/mente/cmindex.html

Trabajo de investigación: MENTE-CEREBRO: SUS SEÑALES Y SU REPERCUSIÓN EN EL SISTEMA INMUNOLÓGICO Gerardo Heinze*
* Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente. Calzada México Xochimilco 101. Col. San Lorenzo Huipulco. Tlalpan 14370, México D.F.

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